Hospital Hadassa Ein Kerem
No faltarán quienes aseguren que actúa por estupidez. ¿Porqué? Porque aceptó internar en uno de sus hospitales a uno de los principales jerarcas de la OLP, el Dr. Saeb Erekat, a pesar de los furibundos ataques que lanza en su contra y de su furiosa reacción a la normalización de relaciones de los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein con Israel. Erekat, que hace 10 días se confirmó había contraído Covid-19, se deterioró este domingo, y la Autoridad Palestina solicitó al gobierno israelí que sea internado en el Hospital Hadassah. Erekat se halla en grupo de riesgo porque hace 3 años pasó un trasplante de pulmón.
Israel aprobó de inmediato
la solicitud, a pesar de que hace ya meses la Autoridad Palestina
suspendió todo tipo de coordinación bilateral. Le mandó enseguida una
ambulancia que lo recogió de su casa en la ciudad de Jericó y lo llevó
directo a Hadassah.
Y a mí esto me inspira mucho orgullo. Por
más críticas que tenga a tantas actitudes del liderazgo palestino y del
propio Erekat, en un momento así, la actitud de Israel es la única
concebible. No imagino ninguna situación en la que Israel rechazara
tratamiento en uno de sus hospitales.
De hecho, han sido
varios los jerarcas palestinos y hasta terroristas que fueron atendidos
en hospitales israelíes. La propia familia del jefe de Hamas en Gaza
Ismail Haniyejh, recibió años atrás tratamiento en Israel.
Pero
resulta especialmente simbólico que haya sido este domingo justamente
Erekat el internado. Cuando los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein
anunciaron hace más de un mes que habían decidido normalización de
relaciones con Israel, Erekat les acusó de “traicionar” la causa
palestina. Por ello, un tuitero emiratí escribió que “gracias a Dios, el
tratamiento en un hospital en Israel no es considerado una traición a
la causa palestina”. Y nada más propio de relaciones normales, que poder
recurrir a tratamiento médico “del otro lado”.Y la internación de
Erekat en el Hadassah se dio justamente el día en que una delegación
oficial israelí estaba llegando a Manama, Bahrein, a firmar el acuerdo
de paz y otros 6 acuerdos de cooperación.
Erekat,
que desde comienzos de los años 90 participó en todas las negociaciones
de paz con Israel, por otro lado ha sido uno de sus principales
críticos, inventando a menudo difamaciones sin fundamento y actuando en
los últimos años como punta de lanza en la guerra diplomática palestina
contra el Estado judío. Pero ahora, nadie puso hincapié en ello. Y así
debe ser, aunque uno pueda comprender a quienes se preguntan por qué
atender al “enemigo”.
Cuando la Autoridad Palestina anunció
meses atrás de la suspensión de la coordinación con Israel, el primer
campo mencionado era la seguridad. Pero en la práctica la AP rehusa
también permitir que pacientes palestinos sean atendidos como antes,
cuando lo necesitan, en hospitales israelíes. Sin embargo, cuando uno de
sus jerarcas lo necesita, no dudó en pedir ayuda a Israel.
El
Profesor Zeev Rotstein, Director General del hospital, dijo que “el
Sr. Erekat recibe tratamiento profesional de alto nivel como todos los
enfermos graves de Coronavirus y el equipo hará todo para curarlo”,
agregando que “en Hadassah tratamos a cada enfermo como si fuera el
único”.
Esto nos recordó una entrevista que realizamos en el
2004 al Profesor Avi Rivkind de Hadassah, en aquel momento el jefe del
Servicio de Medicina de Trauma y Emergencia. Su hospital había sido
nominado para recibir el Premio Nobel de Paz y ese fue el detonante de
nuestra solicitud de entrevista. Rivkind contó sobre la situación tan
común en Hadassah, de médicos y enfermeros judíos y árabes atendiendo
sin distinción a pacientes judíos y árabes.
Este médico se
había convertido en una figura conocida en todo hogar israelí porque en
la época de la segunda intifada aparecía casi todas las noches en la
pantalla de televisión en las notas sobre la llegada al hospital de
heridos en los atentados terroristas. Me describió situaciones en las
que podían estar muy cerca uno del otro, recibiendo tratamiento, un
terrorista y una de sus víctimas, de aquellos que tuvieron suerte de
sólo resultar heridos y no morir en el ataque.”¿Sabes qué?”, me preguntó
retóricamente. “No sé si merecemos Premio Nobel de la Paz, pero si hay
un premio a la locura, seguro lo ganamos. Y está bien, así debe ser”.
Yo
le deseo salud al Dr. Saeb Erekat. Y también le deseo que sea lo
suficientemente valiente como para reconocer, cuando salga-ojalá que
totalmente recuperado-del Hospital Hadassah, que Israel no es lo que él
suele alegar en sus acusaciones demonizadoras. Es, como me dijo años
atrás en una entrevista el escritor argentino Marcos Aguinis,
“imperfecto pero ejemplar”.
Itzjak Damir / Hospital Hadassa
Comentarios
Publicar un comentario