CONFESIÓN FINAL
Hoy estamos viendo el último de los Siete Niveles de Teshubá (arrepentimiento) que el rabino Isaac Abohab describe en su libro Menorat haMaor: el arrepentimiento antes de la muerte. Aclaremos que según nuestros Sabios, la posibilidad de hacer Teshubá, arrepentirse por las transgresiones cometidas, nunca caduca, ni siquiera en los momentos previos a la muerte. La Teshubá ideal, sin embargo, también incluye la resolución de no repetir nuestros errores en el futuro (azibat hajet), algo que en el momento de la muerte inminente, obviamente, no es realizable. Pero de todos modos, esta Teshubá es aceptada y es absolutamente crítica.
Los Sabios dicen (ver el texto hebreo mencionado arriba) que si un individuo se arrepiente sinceramente de sus faltas antes de morir, obtiene el perdón Divino y su alma accede al Mundo por venir (vale aclarar que este «perdón» se refiere a los pecados cometidos contra Dios y los principios de Su Torá, y no se refiere a los pecados y ofensas que uno cometió contra sus compañeros, vecinos, amigos y familiares, que deben resolverse con los afectados por mi comportamiento antes de ser perdonado por Dios). Hay un Viduy (confesión) especial escrito especialmente para el individuo que sabe que va a morir. En esa confesión uno articula las transgresiones que cometió y se arrepiente de lo que ha hecho mal.
ARREPENTIRSE MIENTRAS SE PUEDA
Hoy en día, poder hacer esta confesión en el lecho de muerte es un poco
más inusual que en el pasado. ¿Por qué? Porque en el pasado cuando
alguien se enfermaba, tenía fiebre o una simple infección, la muerte era
inminente. Y el paciente solía mantener su consciencia hasta el momento
final. La confesión / arrepentimiento siempre fue visto como una parte
integral de «prepararse para morir». Pero hoy en día que B»H tenemos
tantos métodos de curación, reanimación y prolongación de la vida, en
muchos casos los pacientes están inconscientes en los momentos
terminales de sus vidas, intubados, sin poder hablar, o bajo la
influencia de morfina u otros medicamentos muy fuertes que ayudan al
paciente a no sentir dolor pero le impiden la posibilidad de hablar y
comunicarse. Por ello, es recomendable realizar este Viduy mientras uno
está consciente. Y no hay por qué temer que este Viduy sea un presagio
negativo. Al contrario, muchos consideran este Viduy como un acto
meritorio que podría otorgar al individuo una prolongación de su vida.
MANTENER LA ROPA LIMPIA
Los Sabios nos enseñaron que la mejor manera de vivir nuestra existencia
es visualizando que cada día que vivimos puede ser el último. Cuando
somos conscientes de nuestra mortalidad, vivimos con intensidad y
propósito e identificamos el balance diario de nuestras vidas. No
debemos esperar hasta el «último día» para arrepentirnos, porque nadie
está seguro de cuándo será el último día de su vida. Los Sabios de
Guemará explicaron esta idea a partir de un verso de Kohelet 9: 8: “Tu
ropa debe estar limpia todos los días”. “La ropa” representa
metafóricamente “nuestras vidas” y este pasuq significa que tenemos que
estar siempre listos para presentarnos n a Dios … En otras palabras,
debemos arrepentirnos y reparar lo que hicimos mal «a diario», ya que no
sabemos cuándo seremos llamados ante el Trono Celestial, y por eso
debemos lucir permanentemente presentables, con ropa limpia, es decir,
sin faltas no-perdonadas, ni conflictos sin resolver, en caso de que
debamos comparecer repentinamente ante el Creador.
REFLEXIÓN FINAL
Como les pasa a muchos otros rabinos, he visitado en el hospital a
personas que sabían que se estaban muriendo. Y hay un tema que se repite
en casos de pacientes terminales. Al final de sus vidas, las personas
no sienten tanta angustia por los errores cometidos (hay excepciones).
En los últimos momentos de la vida, que es cuando los recuerdos de todo
lo que vivimos pasan por la mente, la gente principalmente lamenta lo
que debería haber hecho y NO HIZO. No haberse reconciliado con un ser
querido. No haber pasado más tiempo con los hijos o la familia . O por
haber postergado ad infinitum grandes proyectos o ideas para ayudar a
otros. En esos momentos sagrados – que es cuando uno está plenamente
consciente de la irrecuperabilidad del tiempo – la gente lamenta haber
perdido demasiado tiempo tratando de «tener más» en lugar de haberse
dedicado a «dar más», «ayudar más», «compartir más». En esos momentos,
cuando uno examina el último balance de su propia vida, nadie piensa en
el dinero que queda en el banco. Lo que importa no es lo que acumulamos
durante nuestras vidas, sino lo que hemos hecho y lo que hemos logrado.
Rabino Yosef Bitton
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